Mi intención, tanto desde el dibujo como con la historia, era lograr el interés de los chicos en temas relacionados a la ecología y la empatía.


Cerraron sus ojos y comenzaron a imaginar que frotaban la lámpara, y que de ella surgía un gran genio, majestuoso e imponente, que los miraba serio, y que con voz grave les decía:
- Les concederé tres deseos a cada uno.
9-
Ale y Nino abrieron los ojos y sonrieron pensando en todo lo que podrían hacer una vez que el genio concediera sus deseos.
Y finalmente frotaron la lámpara.
Primero fue una vez, pero no pasó nada.
Después la frotaron, dos, tres, cuatro y hasta diez veces más, pero tampoco pasó nada.
10-
Muy desilusionados estaban cuando en ese momento llegó una abuelita, que al verlos con la lámpara dijo:
- ¡Que suerte, encontraron mi lámpara!
A lo que Nino agregó:
- Pero no es mágica.
- Por supuesto que no – dijo la abuelita.
- Pero nosotros creíamos que era mágica – murmuró Ale desilusionada. – Íbamos a hacer muchas cosas buenas con ella.
- Y yo quería llevar agua a los desiertos, salvar los bosques y ayudar a las ballenas – dijo Nino.
- Yo quería ayudar a las ballenas, a los pingüinos y los ríos– agregó Ale.
11-
En ese momento la abuela sonrió y les dijo:
- Para hacer todo lo que desean no necesitan una lámpara maravillosa, pueden hacerlo cuando ustedes quieran, porque la verdadera magia está en ustedes mismos.
12-
En ese momento Ale y Nino se dieron cuenta que podían hacer todo lo que se propusieran, porque ellos ya tenían la magia de su imaginación sin limites.
Y fue así como se fueron corriendo felices a cumplir todos sus deseos.