martes, 22 de mayo de 2012

I Ching versus pensamiento racional

Del libro "El camino del zen", de Alan Watts.

"Aparentemente el I Ching es un libro de adivinación.
Consiste en oráculos basados en sesenta y cuatro figuras abstractas. Las figuras de seis líneas, o hexagramas, se cree que se basan en las diferentes maneras en que se suele quebrar el caparazón de la tortuga cuando se lo calienta. Esto alude a un antiguo método de adivinación según el cual se hacía un agujero en el caparazón de la tortuga, se calentaba, y luego predecía el futuro de acuerdo con las rajaduras que se producían. Desde luego, estas grietas eran muy complicadas, y los sesenta y cuatro hexagramas constituyen una clasificación simplificada de los diversos tipos de rajaduras."

"No podemos despreciar al arte adivinatorio del I Ching como mera superstición.
En realidad, un expositor del I Ching podría hacer una grave censura de nuestras maneras de tomar decisiones importantes. Tenemos la impresión de que decidimos racionalmente porque basamos nuestras decisiones en la recolección de datos acerca del asunto en cuestión.
No confiamos en trivialidades que no vienen al caso, como arrojar una moneda o fijarnos en los dibujos que hacen las hojas del té en el fondo de la taza, o las rajaduras de un caparazón. Pero nos podría preguntar si realmente sabemos cuáles son los datos que interesan, pues nuestros planes son constantemente desbaratados por incidentes totalmente imprevistos.
Nos podría preguntar cómo sabemos cuándo hemos recogido información suficiente para tomar la decisión. Si fuéramos rigurosamente "científicos" en la recolección de los datos para tomar decisiones nos llevaría tanto tiempo recogerlos que el momento de decidir habría pasado mucho antes de que la tarea se hubiera completado."

"Se nos puede preguntar, por tanto, cómo sabemos cuándo tenemos suficiente. ¿Es la información misma la que nos lo dice? Por el contrario, nos ponemos a juntar los datos necesarios de una manera racional, y luego, por una corazonada, o porque estamos hartos de pensar, o nada más que porque ha llegado el momento de decidir, actuamos. Y se nos podría preguntar entonces si esto no equivale a confiar en "trivialidades sin importancia" como si hubiéramos practicado la adivinación. En otras palabras, el método "rigurosamente científico" de predecir el futuro se puede aplicar sólo en casos especiales: cuando la acción no es urgente, cuando los factores en juego son en su mayor parte mecánicos, o en circunstancias tan limitadas que resultan triviales.
Con mucho, la mayor parte de nuestras decisiones importantes dependen de la corazonada."

2 comentarios:

Poblo dijo...

Con este método de adivinación la que pierde seguro es la tortuga. Será por lenta que la eligieron?

Sergio Gaffoglio dijo...

jajaja claro... todo empezó a cambiar gracias a la tortuga, que cuando la venían a perforar empezó a decir "estoy segura que podemos arreglar esto de otro modo, razonemos!"