viernes, 28 de septiembre de 2018

Skynet ya está aquí

Skynet ya está aquí, aunque no de idéntico modo que en Terminator.
En la película el enemigo es la supercomputadora que, al tomar conciencia, de un momento para el otro nos quiere eliminar como especie.

En la realidad, las máquinas se están adueñando de todo de forma gradual, casi imperceptible.
No habrá lucha, simplemente vamos a ser desplazados por las mismas leyes del mercado que nosotros creamos.
Esas leyes hoy desplazan al que no tiene conocimiento o riqueza, dándole menos oportunidades. En el futuro cercano, todos los humanos vamos a estar menos preparados, ya que para todo habrá alguna máquina que lo hará mejor.

Así se describe en un párrafo del libro Homo Deus:

Las experiencias conscientes de un taxista de carne y hueso son infinitamente más ricas que las de un automóvil que funciona sin conductor, que no siente absolutamente nada. El taxista puede disfrutar de la música mientras circula por las concurridas calles de Seúl. Su mente puede expandirse sobrecogida cuando contempla las estrellas y contempla los misterios del universo. Sus ojos pueden llenarse de lágrimas de alegría cuando ve que su hijita da su primer paso. Pero el sistema no necesita todo eso en un taxista. Lo único que en verdad quiere es transportar pasajeros desde el punto A al punto B de la manera más rápida, segura y barata posible. Y el coche autónomo pronto será capaz de hacerlo mucho mejor que un conductor humano, aunque no pueda gozar de la música ni asombrarse ante la magia de la existencia.
De hecho, si prohibimos totalmente a los humanos conducir no solo taxis sino todo tipo de automóviles, y concedemos a los algoritmos informáticos un monopolio sobre el tráfico, podremos conectar todos los vehículos a una única red, con lo que los accidentes de automóvil serán mucho menos probables.

El ser humano no es racional

El ser humano no es una criatura racional.
Como mucho, es un ser que racionaliza (de vez en cuando, y no todos ejercen la práctica).

También podríamos decir de forma extremadamente sintética que "el león es un cazador excepcional", pero esa no es toda su esencia (también es un mamífero, es un felino, es jefe de la manda, es padre de cachorros, etc), pero nada de eso lo describe plenamente (ni mucho menos lo librea del riesgo de extinción).

Decir que "el ser humano es una criatura racional" es apenas un calificativo incompleto, algo muy lejos de ser un elogio como algunos lo entienden.

Esta reflexión (que no es nueva) me vino a cuento de la lectura del libro "La empresa consciente", de Fred Kofman.
He aquí un párrafo:


Elegí como tema de mi especialización la teoría de los juegos. Quería alejarme de las tribulaciones humanas con las que había convivido en mi país.

Prefería tratar con agentes racionales y comprender cómo tomaban decisiones racionales. Fui un estudiante destacado hasta que tomé una decisión que arruinó mi carrera: me casé.

En realidad, la decisión en sí misma no fue el problema, sino la manera en que la tomé. Todavía recuerdo la conversación telefónica que mantuve con mi padre:
—Papá, me voy a casar.
—¿Estás loco?
—Totalmente.
—Debes estarlo para tomar esa decisión.

Si calculamos la relación costo-beneficio, no encontraremos motivos para casarnos, Pero el matrimonio no es cuestión de cálculos, lo que importa es amar.
Entonces descubrí que no podía seguir adhiriendo a las teorías que estudiaba. La hipótesis de la perfecta racionalidad ya no tenía sentido para mí. Comprendí que los seres humanos no somos simples seres racionales capaces de hacer cálculos. Somos seres emotivos y espirituales que deseamos encontrar el significado de la vida. Había pasado siete años trabajando en la teoría de la decisión, pero los arrojé por la ventana cuando me enamoré. Si yo mismo no había utilizado la razón para tomar la decisión más importante de mi vida, ¿cómo podía suponer que otros lo harían?

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Project Management: El rey Midas y la gestión de requerimiento de proyecto

El mito del Rey Midas dice que todo lo que tocaba se convertía en oro. Este deseo le fue concedido por el dios Dionisio en retribución de unos favores.
Sin embargo, esto que parece un don, fue un castigo dado que, según Aristóteles, Midas murió de hambre ya que todo lo que tocaba (incluso los alimentos) se convertía en oro.

Para los acostumbrados al manejo de proyectos podrán notar que este problema se debe a un requerimiento mal relevado y mal ejecutado.

Por un lado, Midas puede haber sido muy sintético al transmitir su deseo (requerimiento de negocio), pensando más en el disfrute final que en los detalles necesarios para la ejecución del mismo. Es algo que puede verse en algunos clientes que muestran cierta ansiedad cuando se les hacen muchas consultas.

Por su parte, Dionisio como ejecutor del proyecto, también puede haber pecado de indagar poco en las necesidades del cliente, concluyendo en un incorrecto requerimiento técnico.

En cualquier caso, el resultado final no fue el esperado, aunque parecía maravilloso en su concepción inicial.

PMI establece que un requerimiento debe ser:
  • Claro 
  • Realista 
  • Relevante 
  • Verificable 

Hay muchos métodos interesantes de relevamiento, por ejemplo el de las 5 Why:
  • What: ¿Qué se necesita? 
  • Why: ¿Por qué es necesario este requisito/funcionalidad en el proyecto? 
  • Who: ¿Quién va a ser el objetivo? 
  • Where: ¿Dónde se va a usar? 
  • When: ¿Cuándo se va a usar? 

Quizás ésto le hubiera sido de ayuda al "pobre" Midas.

Argentina y Swordfish (película de 2001)



Como película, Swordfish es de poco vuelo, pero el trasfondo de saqueo internacional es interesante, y esta escena en particular es premonitoria.
Esto es lo que se ve todo los días en la televisión y medios en Argentina.


Gabriel: Have you ever heard of Harry Houdini? Well he wasn't like today's magicians who are only interested in television ratings. He was an artist. He could make an elephant disappear in the middle of a theater filled with people, and do you know how he did that? Misdirection.

Stanley: What the fuck are you talking about?

Gabriel: Misdirection. What the eyes see and the ears hear, the mind believes.



jueves, 6 de septiembre de 2018

Digno de Black Mirror

Extracto del libro "Homo Deus: Breve historia del mañana", de Yuval Noah Harari:

En la actualidad, la ley humana ya reconoce entidades intersubjetivas, como empresas y naciones, como «personas legales». Aunque Toyota o Argentina no tengan cuerpo ni mente, se hallan sujetas a las leyes internacionales, pueden poseer tierras y dinero, y demandar y ser demandadas en los tribunales. Pronto podríamos conceder un estatus similar a los algoritmos. Un algoritmo podría entonces poseer un fondo de capital riesgo sin tener que obedecer los dictados de ningún patrón humano.

Si el algoritmo toma las decisiones adecuadas, podría acumular una fortuna, que después podría invertir como creyera conveniente, quizá comprando nuestra casa y convirtiéndose en nuestro casero. Si infringimos los derechos legales del algoritmo (por no pagar el alquiler, pongamos por caso), este podría contratar a abogados y llevarnos ante los tribunales. Si tales algoritmos rinden mejor que los capitalistas humanos de manera continuada, podríamos terminar con una clase alta algorítmica que poseyera la mayor parte de nuestro planeta. Quizá esto parezca imposible, pero antes de descartar la idea, recuerde el lector que la mayor parte de nuestro planeta ya es propiedad legal de entidades intersubjetivas no humanas, es decir, naciones y compañías. De hecho, hace cinco mil años, la mayor parte de Sumeria era propiedad de dioses imaginarios como Enki e Inanna. Si los dioses pueden poseer tierras y emplear a personas, ¿por qué no los algoritmos?